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26/10/2018

La FeSP y el SPM reciben al secretario general del Sindicato de Periodistas del Kurdistán iraquí

Visita SG del SP Kurdistán - 1

Madrid 26 octubre de 2018

El dirigente del KJS explicó la actividad de la organización en la defensa de la profesión en el Kurdistán iraquí en el marco del difícil escenario sociopolítico de la zona.

Foto en el SPM

El secretario general del Sindicato de Periodistas del Kurdistán iraquí (KJS, según sus siglas en inglés), Farhad Akram, ha mantenido un encuentro este martes con los secretarios generales de la Federación de Sindicatos de Periodistas (FeSP), Agustín Yanel, y del Sindicato de Periodistas de Madrid (SPM), Manu Mediavilla, en la sede de la organización madrileña. Tanto el KJS como la FeSP son miembros de la Federación Internacional de Periodistas (FIP), que representa a 600.000 profesionales de la información en más de 140 países.

El encuentro, en el que también participaron el periodista kurdo Mikaeel Shukur y la secretaria técnica del SPM, Alicia Armesto, permitió intercambiar información sobre la realidad de la profesión y las actividades de los respectivos sindicatos de periodistas. El KJS representa a casi 7.350 miembros en el Kurdistán iraquí, cuyo Parlamento autonómico aprobó una Ley del Periodismo que recoge sus derechos profesionales.

El trabajo del KJS en defensa de la profesión periodística en el Kurdistán iraquí tiene como marco un complicado telón de fondo sociopolítico. El pueblo kurdo es el tercero más numeroso de Asia Occidental tras árabes y turcos, y su población total se estima en 40 millones, que supone el 20% de la población en Irak y Turquía y el 10% en Irán y Siria. Constituye la mayor minoría étnica sin Estado, y ha sido víctima de discriminación y persecución por diferentes gobiernos. Tras la primera Guerra Mundial, su territorio quedó repartido entre Turquía, Irán, Irak, Siria y Armenia. Su sueño de un Estado propio estuvo cerca en 1920, cuando el Tratado de Sèvres –que nunca entraría en vigor–contempló la creación de Kurdistán, pero quedó frustrado solo tres años después por el Tratado de Lausana, que revirtió esa previsión y dividió el territorio del pueblo kurdo.

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